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Cancillería: ¡Basta de jaleos!
Ricardo Sánchez
Serra
La Cancillería
peruana no puede tapar el escándalo que envuelve a la embajadora del Perú en
Paraguay, María Cecilia Rozas Ponce de León y su conducta al frente de la
legación diplomática.
Las quejas de extrabajadores
por maltratos y vejaciones de la embajadora han llegado a los medios de
comunicación tanto paraguayos, como peruanos, a ambas cancillerías y no se
entiende por qué nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores, que conocía discretamente
los pormenores no actuó con premura, para evitar una innecesaria exposición
pública, que daña la imagen del Perú en el extranjero.
Y no solo menoscaba
la pulcritud en el accionar de la Cancillería, sino también mancilla la imagen
del diplomático peruano, que aunque si bien es un caso particular, hay que
sumar las últimas desconsideraciones -por decir lo menos- a nuestros prestigiosos
embajadores en Buenos Aires y Londres.
No me corresponde
en lo absoluto enjuiciar a la embajadora Rozas. Ella señala que es objeto de
una campaña de desprestigio. Tampoco me concierne indagar sus antecedentes y por
qué la retiraron rápidamente de sus funciones diplomáticas en México y en
Bolivia. Ni por qué alquiló la residencia de la embajada en Asunción más
onerosa (seguro con autorización de Torre Tagle). Ni por qué dicen que está
distanciada con la colonia peruana en esos lares.
Ni siquiera debo
opinar sobre su accionar en la III Reunión de Ministros y Altas Autoridades de
Desarrollo Social de la OEA: Superando desigualdades hacia sociedades más
inclusivas” de julio de 2016, celebrada en Asunción, que recibió críticas de
varias delegaciones porque su labor habría sido obstruccionista, que hasta un
informe oficial reservado que obra en mi poder señala que el documento final
“estuvo en riesgo”. Finalmente “la embajadora del Perú tuvo que retirar sus
propuestas y el documento fue finalmente adoptado por unanimidad”…”…Por lo que
antecede, sería recomendable dar a conocer esta situación a la Cancillería Peruana”.
Dándole el
beneficio de la duda, la embajadora pudo actuar bajo instrucciones de Lima,
durante el gobierno anterior.
Me extraña, asimismo,
que la Cancillería la cese en sus funciones como embajadora en Paraguay el pasado 9 de febrero, la nombra el 16 de
febrero Cónsul General en Toronto y luego deja sin efecto tal designación con
fecha 29 de marzo, y todavía se queda como embajadora en Asunción hasta fines
de abril. De verdad no sé qué pensar sobre tanto enredo.
En fin, el
diplomático español Juan Valera afirmaba que en la
diplomacia “…con bailar bien la polca y comer pastel de foie-gras, está todo
hecho”. ¿Es así? ¡No creo!
El diplomático,
aparte de ser patriota, tiene que conservarse siempre respetado y tener un alto
concepto del honor y el decoro, incapaz de manchar su reputación y del país que
representa. Debe ser discreto y estar alejado de toda marimorena.
La embajadora debe
estar mañana en Lima dando explicaciones. Las honras deben cautelarse, pero
demasiada tutela es y fue perjudicial.
La embajadora se defiende en el diario ABC Color de Paraguay
http://www.abc.com.py/edicion-impresa/internacionales/embajadora-asegura-que-hay-campana-en-su-contra-1581777.html
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