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“El Libro Negro de la Nueva Izquierda”
Ricardo Sánchez
Serra
Se encuentran en
Lima dos destacados intelectuales y escritores argentinos, Nicolás Márquez y
Agustín Laje, autores de “El Libro Negro de la Nueva Izquierda. Ideología de género o
subversión cultural”, brindando
entrevistas y conferencias a auditorio lleno, desenmascarando la dañina
ideología de género, disfraz de las nuevas corrientes de izquierda, neomarxismo
o pornomarxismo.
Como la neoizquierda
ya no puede hacer la revolución del proletariado se introduce en temas
sensibles como feminismo, indigenismo, ecología, derecho de los homosexuales,
bajo la consigna “el socialismo no se construye más expropiando los medios de
producción, sino expropiando la forma de pensar”, señalan en el libro.
La ideología de
género invierte la realidad, en una concepción anticientífica de nuestra
sexualidad. Lo que pienses eres, es absurdo. Uno es hombre o mujer hasta que se
muere y después… Cuando te desentierren muchos años después, por su ADN dirán
es hombre o es mujer. El sexo no cambia.
Esta ideología en
algunos países ya es tiranía. Se quiere obligar a pensar o actuar con las
fantasías de los demás. Es como una nueva gimnasia revolucionaria que va
avanzando, ganando terreno imponiéndose.
En el Perú
felizmente los torpedos –que pretendían imponer la ideología de género- fueron,
por ahora, desactivados en el Congreso. Ellos son los decretos legislativos
1267, 1325, 1348 y 1323, este último denominado “la ley mordaza”, que atentaba
contra la libertad de conciencia y expresión.
Laje da los
ejemplos de que el Estado está obligando a la mayoría a participar de las supersticiones
o fantasías sexuales de una minoría. En Argentina, el goleador de hockey
femenino es transexual… porque las leyes lo defienden. Sin alguien critica lo
acusan de discriminación.
Asimismo, en
Australia, un transexual participó y ganó en un torneo de levantamiento de
pesas femenino. En Estados Unidos, se obligó a pasteleros a hacer una torta gay
para una boda homosexual. Como señala Laje ¡”Esto es esclavitud”! Si te obligan
a hacer un trabajo que no quieres, es esclavitud. Lo mismo si obligan a un médico a realizar un
aborto o a un sacerdote a casar a dos homosexuales.
La intolerancia de
una minoría de querer imponerse sobre la mayoría es alarmante y eso se llama
opresión. Y siguen los ejemplos, un partido de izquierda de Suecia quiere
obligar a que los hombres miccionen sentados, porque parados “es una violencia
de género simbólica”; o en el País Vasco prohibir el fútbol en los colegios; o pretender igualmente
legalizar la pedofilia. En España incendiaron un bus porque decía: “Los niños
tienen pene y las mujeres tienen vulva”.
En esta línea de no
aceptar las opiniones, es censurable que instituciones y alumnos hayan querido
prohibir la disertación de Márquez y Laje. Las ideas se combaten con ideas, la
libertad de expresión no debe oprimirse. Si no les gusta, rebátanlos pero no
los censuren.
La Razón
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