Publicado en La Razón de Lima, Perú, el 25 de Enero de 2008
Las FARC son terroristas y punto
Ricardo Sánchez-Serra (*)
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) con ayuda del presidente venezolano, Hugo Chávez, saltaron a la palestra publicitariamente, pero el tiro les salió por la culata, porque si bien la liberación de las rehenes Clara Rojas y Consuelo González, por la gestión humanitaria internacional les dio unos puntitos por sólo unas horas, el desprestigio fue inmensamente mayor, al conocerse las condiciones infrahumanas en que estuvieron secuestrados.
La libertad de los rehenes tampoco era un gesto magnánimo, desinteresado, generoso o un “regalo de Navidad” por parte de las FARC, el precio se vio después, cuando Chávez pidió el reconocimiento de ese grupo terrorista así como del Ejército de Liberación Nacional (ELN) como “ejércitos, verdaderos ejércitos (…)”.
La comunidad internacional no se dejó avasallar por el discurso de Chávez y reaccionó inmediata y rotundamente, al advertir que no sacará de sus listas a las FARC como agrupación terrorista. Todo ello significa un espaldarazo a Colombia y a su gobierno democrático. Es inconcebible darle a las FARC un estatus de fuerza beligerante, con la connotación internacional que tiene, como por ejemplo que abiertamente otros gobiernos les puedan proporcionar armas, se les aplique la Convención de Ginebra sobre las leyes de la guerra, es decir que a sus presos se les considere, no como delincuentes, sino como prisioneros de guerra.
Es también reconocer que el país está en guerra civil, que hay un gobierno paralelo que domina parte del territorio, etc. Es totalmente iluso pensar –como lo hace el mandatario venezolano- que dándoles ese estatus van a tener que liberar a los más de 700 secuestrados.
El pueblo colombiano reeligió en forma aplastante como presidente a Alvaro Uribe, porque entre otros ofrecimientos, es eficaz su política de seguridad democrática y está asfixiando a los grupos terroristas y los está debilitando militarmente. El presidente colombiano, ya con más de cinco años en el poder, mantiene más del 50 por ciento de la aprobación ciudadana. Ceder al chantaje de los grupos terroristas no debe ser aplicado por ningún mandatario, ni ningún país. Recuérdese las exitosas políticas en este sentido de Perú, Israel, Estados Unidos y Rusia, entre otros países.
No logramos entender por qué Uribe no realiza una ofensiva total militar contra el terrorismo, para acabar de una vez por todas con este flagelo. Debemos suponer que es porque las FARC asesinarían a los más de 700 secuestrados y, por otra parte, acusarían al gobierno de inevitablemente violar los derechos humanos, etc. Uribe es un estadista que ve el problema en forma global y que aparte de la solución militar, está también remediando los problemas de la pobreza, educación y salud, que por ser tan extensos serán abordados en otro artículo.
Pero, refiriéndonos a su política de seguridad democrática, con respecto al grupo subversivo de las FARC, vemos que de enero a noviembre del año 2007, abatió a 1,937 insurgentes, se desmovilizó a 2,910. Se decomisaron 4,370 armas, 675,898 municiones y 7,155 granadas. Y a sus aliados, los narcotraficantes, se les destruyó 2,918 laboratorios y 17 pistas de aterrizaje, se les decomisó 657 armas y se les incautó 115 toneladas de cocaína, 472 kilos de heroína y 141,136 kilos de marihuana.
En el mismo período y con respecto al año 2006, bajaron en -43 por ciento los actos de terrorismo, -45 por ciento las voladuras de oleoductos, torres de energía (-51 por ciento) y torres de comunicación (-100 por ciento). Asimismo, descendieron en -100 por ciento la voladura de puentes, vías (-89 por ciento), ataques a poblaciones (-75 por ciento) y acueductos (-100 por ciento).
Es importante señalar que disminuyeron, igualmente, las masacres en -38 por ciento, los secuestros en – 28 por ciento, hurtos a entidades financieras (-22 por ciento), hurto a residencias (-13 por ciento), a personas (-8 por ciento), al comercio (-9 por ciento), motos (-11 por ciento) y vehículos (-11 por ciento).
El Gobierno colombiano aumentó la atención a desplazados, a las víctimas de la violencia y acrecentó la reconstrucción de viviendas y las obras comunitarias.
Las cifras ayudan al Gobierno de Uribe ¿cómo podemos apoyarlo, como comunidad internacional, para lograr su estabilidad y la paz en Colombia? La respuesta es obvia: no interfiriendo en sus asuntos internos y apoyando sus políticas de Estado en los foros internacionales.
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