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Honor al Libertador San Martín: Ante todo hay que ser patriotas
Ricardo Sánchez Serra
En ocasión de las
fiestas patrias, he escuchado con estupor algunos comentarios que pretenden
minusvalorar el accionar del Gran Libertador, Generalísimo don José de San
Martín, en la gesta independentista en el Perú.
Asimismo, y por
otro lado, murmuraciones sobre que el Himno Nacional debe ser adaptado a los
nuevos tiempos en la música y la letra.
Mi primera reacción
fue, sin duda de una gran decepción, pesadumbre y enfado, porque no podía creer
los disparates de historiadores novatos y malignos que pretenden llamar la
atención de la opinión pública y hacerse conocidos mediante quimeras o con la
intención de rebajar a un personaje patrio, y en plenas celebraciones.
Además, la opinión
de periodistas frívolos o vacíos, sin profundidad intelectual e irrespetuosa
para con el himno, como si los países deban cambiarlo para modernizarlo. Una
ridiculez. El himno es uno y debe ser cantado en la forma tradicional como lo
hicieron nuestros héroes. Que lo confeccionen en rock, chicha, balada, son
manifestaciones populares para momentos no oficiales, aunque los más tradicionalistas
puedan considerarlo insolente. Pero esto es tema para otro artículo.
La gente cada vez
lee o reflexiona menos, se guía mucho por lo que mascullan los demás por lo que
es responsabilidad de los comunicadores ser prudentes y no hablar con simpleza,
porque confunden hasta el punto de cuestionar sin bases las verdades
históricas.
Con respecto a San
Martín no voy a reproducir inexactitudes o leyendas. Los historiadores de
prestigio ya dieron su veredicto.
El Generalísimo fue
consciente que la libertad de los países americanos del yugo español estaba
asegurada solo si les vencía en la capital del virreinato del Perú, por su gran
poderío armado. Eso de venir con ejércitos extranjeros, argentinos y chilenos a
liberarnos, y por supuesto con ayuda de los propios criollos, qué quita a su
gran gesta independentista.
Entró triunfante a
Lima, proclamó la independencia con todo el apoyo de la sociedad limeña,
autoridades, nobles, la Iglesia. El ejército español era poderoso en la sierra
y era consciente que no podía derrotarlos solo. Al solicitar más apoyo a Buenos
Aires se lo negaron por rencillas personales causadas por la envidia de
Rivadavia a él, debido a los éxitos en Chile y Perú, y por los problemas
internos que sucedían allí.
Viajó, entonces, en
la goleta Macedonia, a Guayaquil, para encontrarse con Simón Bolívar, vencedor
del Virreinato de Nueva Granada, El venezolano lo recibe con agresividad y le
dice “bienvenido a tierra colombiana”, quitándole al Perú esa región. Los
partidarios guayaquileños de integrarse al Perú se refugiaron en la goleta por
la persecución de Bolívar. En honor a la verdad había tres posiciones en
Guayaquil, de mayor a menor grado: reintegrarse el Perú, ser parte de Colombia
o ser independientes.
Se reúne con
Bolívar, en tres reuniones que duran en total siete horas, en donde conversaron
en el más estricto secreto, sin la presencia de testigos. No existe una versión
de lo que discutieron. Los historiadores hurgan y hurgan, sin resultados. Hasta
que aparecen dos versiones de los secretarios de los libertadores. El edecán de
Bolívar, que escribe una carta al general Sucre y le decía que San Martín
“estaba desengañado de sus generales”. Mentía sin duda.
Bolívar era
codicioso, vanidoso y arrogante, defectos que ya se sabían y que fueron
corroborados en el libro realizado por el exjefe castrense de Napoleón Henri
Louis Villaume Ducoudray, que sirvió a órdenes de Bolívar y hasta dice que fue
cobarde. La obra fue escrita en 1823 y recién ha sido traducida al español en
el año 2010.
San Martín, en
cambio, era sencillo, sabio, generoso y valiente. Desinteresado. Rechazó
honores y privilegios. Renunció a puestos públicos. Su defecto y franqueza a la
vez es que viendo la tradición incaica y la virreinal, pensó que le convenía al
Perú ser una monarquía constitucional. Pero esto no fue el enfrentamiento con Bolívar.
La conferencia de
Guayaquil no fue para discutir sistemas de gobierno. Sino la liberación total
del Perú desde el punto de vista militar. San Martín le pidió efectivos de su
ejército, Bolívar se los negó. Planteó entonces la unión de las tropas bajo
la conducción del venezolano y se ofreció de lugarteniente, propuesta que
también rechazó.
No había más que
discutir y San Martín no quería ser un escollo, ni menos buscar que se
enfrenten las milicias libertadoras. San Martín se retira de la gesta.
Discutiendo con algunos venezolanos que se
encuentran en Lima, ellos se sorprenden que no queramos a Bolívar como ellos lo
hacen. Obvio. Nos arrebató Guayaquil, nos despojó del Alto Perú (Sucre crea la “República
de Bolívar”, después Bolivia) y nos declaró la guerra en 1828.
¿Los peruanos debemos amar a Bolívar porque
consolidó la independencia? Sí debo señalar que la gesta de la emancipación de
América Latina se la debemos agradecer a los dos: a San Martín y a Bolívar.
@sanchezserra
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