Publicado en LA RAZÓN, el 3 de enero de 2018
Vargas Llosa quemó cerebro
Ricardo Sánchez
Serra
Una vez más el
escritor peruano español, Mario Vargas Llosa (MVLL), destiló su odio contra el
Perú en una tribuna internacional como el tabloide El País.
Para los que no
conocen a MVLL, él se convirtió en enemigo del Perú cuando perdió las limpias
elecciones presidenciales frente a un “japonesito”, Alberto Fujimori. Su
vanidad no podía soportarlo. Y digo contra el Perú, porque años después pidió
al mundo que bloqueen al país.
Al leer su fétido
artículo, la ceguera que le produce la animadversión al fujimorismo que lo
derrotó, del que nunca se pudo reponer, aparte que pierde todo lenguaje
literario reemplazándolo por simplones calificativos, miente y miente mucho.
Una de sus perlas
es que el Perú está incendiado y que las “manifestaciones de protesta se
multiplican por doquier pese a las cargas policiales”.
El que está quemado es el cerebro del escritor, que no pide paz, calma –que tanto
el país necesita- y se dedica a desprestigiar al Perú y a sus instituciones en
el exterior.
La vanidad
traiciona la prudencia y como señala el académico francés, Nicolás Chamfort “Vano quiere decir vacío; es tan ruin la vanidad que para afrentarla
basta llamarla por su propio nombre”.
¿Cuándo dejará MVLL de destilar odio contra el Perú? Está tan fuera de
la realidad nacional, en un mundo tergiversado que tal vez asimila lo malo de las
cortes europeas, que vino al Perú en medio de los desastres por las
inundaciones, para presentar frívolamente a su novia la señora Isabel Preysler,
sin embargo, no donó un sol de su amasada fortuna a los damnificados.
Si tanto le interesa el Perú,
¿por qué él y su familia no crean un partido político, vienen y aportan?
Bien fácil es escribir desde un iglú, fuera de la realidad y todavía basado en
meros dimes y diretes. MVLL es un Nobel de Literatura malévolo, con una vida
personal –que no nos incumbe- desordenada, trasegada, sin paz, pero a cuyos
artículos le impregna sus deshonestidades y traiciones, haciendo mucho daño al
Perú.
Su triste accionar hace recordar siempre los fuertes calificativos que
le endilgó Hernando de Soto.
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