Rusia, reserva moral de Occidente
Ricardo Sánchez
Serra
El presidente de
Estados Unidos, Donald Trump, afirmó que admiraba a su similar de Rusia,
Vladimir Putin. Y no es para menos, Putin es un personaje fascinante, que si
bien quiere reverdecer el poderío global ruso como en la época soviética, se
distancia en lo conceptual.
En forma sorpresiva,
por ejemplo, acaba de inaugurar en Moscú un “Muro de la Tristeza” para
conmemorar a las víctimas de las persecuciones masivas durante el gobierno de
Joseph Stalin y nada menos que en el centenario de la Revolución de Octubre.
Putin llamó a los
rusos a no olvidar los trágicos sucesos que afectaron a todas las naciones. Este
es el primer monumento nacional de este carácter que se encuentra en la calle
Sajarov, en homenaje al disidente, activista por los derechos humanos y premio Nobel
de la Paz, Andréi Sajarov.
Con este gesto ya
los comunistas prosoviéticos se deben desencantar finalmente de su esperanza de
una Rusia que regrese al comunismo, un sistema atávico, ateo, propulsor de la
violencia y la injusticia.
Ya el primer golpe
se dio en 1993, cuando se cambió el emblema soviético -rojo, con los símbolos
de la hoz y el martillo y la estrella roja- por la bandera que creó el zar
Pedro El Grande en el siglo XVII, tricolor rojo, azul y blanco, símbolo del
paneslavismo.
De otro lado,
Europa se ha alejado de Dios, Estados Unidos con los demócratas han
desnaturalizado, igualmente, la cultura occidental y ¿quién la está
preservando? Rusia, defendiendo la concepción tradicional de la familia y los
valores tradicionales, y como señala el líder ruso, quien se opone a la
“tolerancia estéril practicada en un decadente Occidente, que no diferencia
entre sexos”.
Los países
occidentales han adoptado la cultura de la muerte con el disfraz modernista:
sexismo, promiscuidad, convivencia en lugar de matrimonio, divorcio facilista,
unión homosexual, feminismo, aborto, eutanasia, etc.
Rusia ha prohibido
la propaganda homosexual a menores de
edad y ha rechazado el matrimonio homosexual. Estos “no producen hijos”,
menciona Putin, además que se opone al liberalismo “sin género y estéril, que
equipara el bien con el mal y la fe en Dios con la creencia en Satán”.
El aborto ha sido
limitado y está prohibida la publicidad de médicos abortistas. Putin dispuso,
asimismo, de nuevas medidas que sancionan los insultos y las ofensas religiosas.
Acaban de cumplirse
100 años de las apariciones de Nuestra Señora de Fátima, su mensaje es más
actual que nunca. Nuestra Santa Madre predijo la “conversión de Rusia” y Putin
se ha proclamado el “protector de los cristianos”.
¿Será Rusia la
“Tercera Roma”, el nuevo país sagrado para el cristianismo?
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