jueves, 24 de julio de 2008

El Perú y la República Árabe Saharaui Democrática

Publicado en el diario La Razón de Lima-Perú, el 23 de Julio de 2008


El Látigo del Rufus



El Perú y la RASD
Ricardo Sánchez-Serra*


El Sahara Occidental es un territorio ubicado en la zona noroccidental de Africa. Es la última colonia de ese continente que no se ha independizado, pese a un mandato de las Naciones Unidas.
España, la potencia colonizadora –que tiene aún responsabilidad jurídica–, abandona la provincia en 1975 mediante el Acuerdo de Madrid, beneficiando a Marruecos y Mauritania, que la invaden transgrediendo un fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya que sentencia la no “existencia de ningún vínculo de soberanía territorial entre el territorio del Sahara Occidental por una parte, y el reino de Marruecos o el conjunto mauritano por otra”.

Por tanto, tiene expedito el camino para la autodeterminación bajo auspicio de las Naciones Unidas (ONU), mediante un referéndum del pueblo saharaui y que la “Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental” (Minurso) se ve incapaz de realizar desde hace más de 30 años, por la intransigencia de Marruecos, que continúa reclamando el territorio como suyo, contraviniendo la Resolución de la Corte.

El Frente Polisario combatió a Marruecos desde 1975 y proclamó la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), teniendo dominio sobre parte del territorio. En 1979, Mauritania le sede el área invadida, que es ocupado por los marroquíes. Más de 180 mil saharauís se refugian en Tinduf, en Argelia, siendo asistidos desde entonces por la ONU, España, Francia, Italia y Argel. Tras numerosos combates, el Frente Polisario hace un alto al fuego en setiembre de 1991, para sentarse a negociar bajo auspicio de la ONU.

Tras cuatro rondas de negociaciones entre Marruecos y el Frente Polisario, la independencia y la paz se ven lejanas, porque Rabat sólo pretende otorgar al territorio una autonomía o la anexión.

El Frente Polisario volvió a tomar fuerza a nivel mundial con su admisión, como miembro observador, de la Internacional Socialista –que reúne a más de 160 partidos y organizaciones políticas del orbe. El pasado 30 de junio el organismo aprobó por mayoría abrumadora su admisión. El único voto negativo fue el de la delegación marroquí.

Más de 70 países reconocen a la RASD. El Perú lo hizo el 17 de agosto de 1984. El primer embajador saharauí presentó sus cartas credenciales ante el presidente Alan García en 1987, pero nueve años después –siendo canciller Francisco Tudela– se congelan sin motivo alguno las relaciones diplomáticas.

Desde hace tres años diversos parlamentarios, entre los que figuran Mauricio Mulder, Luis Negreiros y David Waisman están solicitando que el Perú restablezca las relaciones para “respetar la libre determinación de los pueblos, su derecho a la autodeterminación y respeto a sus fronteras”.

El 24 de octubre de 2005, en el mismo sentido se dirigieron los candidatos presidenciales al entonces mandatario Alejandro Toledo, firmando dicha misiva Alan García, Valentín Paniagua, Lourdes Flores y Alberto Andrade, entre otros.

Está cerca un nuevo baño de sangre en Africa del Norte y los países respetuosos del Derecho Internacional deben evitarlo. El reconocimiento a la RASD por parte del Perú es fundamental, así como el impulso al Plan de Arreglo de la ONU, hoy estancado: el enviado especial de la ONU para el Sahara Occidental, Peter Van Walsum, ya se desgració como mediador del diálogo. Acaba de brindar una opinión personal al señalar que la independencia no es una meta alcanzable y que el Frente Polisario debería adoptar una actitud “realista y renunciar a la independencia”. Al respecto, el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, dijo que no compartía sus opiniones. Este entredicho, sin duda, bloquea una solución pacífica al conflicto y la ONU tendrá que buscar un nuevo comisionado.

El presidente García prometió en Quito –durante la asunción de Correa– al gobernante saharauí Mohamed Abdelaziz restablecer las relaciones próximamente. La posición de Marruecos de anexarse o conceder sólo autonomía al territorio, desconoce el legítimo derecho del pueblo saharauí a su autodeterminación. El fallo de la Corte de La Haya es claro: Marruecos no tiene ningún vínculo sobre el territorio del Sahara Occidental.

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