martes, 21 de abril de 2015

A 100 años del Genocidio Armenio: “ellos murieron sin saber por qué”

Publicado en el Diario UNO, de Lima-Perú, el 21 de abril de 2015

http://diariouno.pe/columna/a-100-anos-del-genocidio-armenio-ellos-murieron-sin-saber-por-que/

A 100 años del Genocidio Armenio: 

“ellos murieron sin saber por qué”


Ricardo Sánchez Serra

El Papa Francisco, en reciente homilía, hizo recordar al mundo que existió el genocidio armenio, a 100 años de su conmemoración. La matanza de un millón y medio de armenios realizada por el Imperio Otomano en 1915. Turquía retiró a su embajador en El Vaticano y su presidente insultó al Papa.

El genocidio empezó el 24 de abril de 1915 con el arresto y asesinato de cientos intelectuales, profesionales y religiosos armenios. Millones fueron deportados hacia el desierto de Mesopotamia, muriendo en el camino por el hambre, inanición y asesinatos de la guardia otomana.


Los “Jóvenes Turcos”, en el poder, planificaron el exterminio por el nacionalismo y panislamismo a ultranza que profesaban. El 95% de la milenaria cultura armenia fue destruida: 2600 iglesias, 1500 colegios, 66 ciudades y 25000 aldeas y el 80% del territorio histórico armenio fue usurpado por los turcos. 

Henry Morgenthau, embajador norteamericano en Estambul, transcribió en sus “Memorias” un telegrama de Talaat, ministro de Interior dirigido a Beki Sami Bay, gobernador de Alepo. 15 de set 1915: “ha sido anteriormente comunicado que el gobierno, por orden del Comité, decidió exterminar totalmente a los armenios que viven en Turquía. Quienes se opongan a esta orden no pueden ejercer función alguna en el gobierno. Sin miramientos con las mujeres, niños e inválidos, por trágicos que sean los medios, se debe poner fin a sus existencias. Ministro de Interior Talaat”.

Es impactante la canción “Ils sont tombé”, de Charles Aznavour alusiva al genocidio armenio: “Ellos han caído sin saber por qué, hombres, mujeres y niños que sólo querían vivir… Mutilados, masacrados, los ojos cubiertos de espanto… Ellos han caído invocando a su Dios. En el suelo de su iglesia o en la entrada de su puerta. En manadas del desierto, titubeando, en cohorte. Vencidos por la sed, el hambre, el hierro, el fuego.”




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