Publicado en el diario La Razón, de Lima-Perú, el 1 de abril de 2011
EL LATIGO DEL RUFUS
RICARDO SÁNCHEZ-SERRA (*)
Todo estaba preparado para atacar a Libia y apropiarse de su petróleo. Este país norafricano es el noveno productor de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, cuyo 80% lo consume Europa. Produce unos 500 millones de barriles de crudo anuales.
Mediante la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad, la ONU autorizó el uso de la fuerza, con la sorpresiva abstención de Rusia y China, que hoy se estarán rasgando las
vestiduras ante los cientos de muertos y heridos por la incursión de la coalición.
Puede que pidan una reconsideración de la resolución por el poder de veto que tienen, debido a que su abstención les puede rebotar en la cara, por sus problemas internos como el checheno y el Tíbet, donde las masacres y la violación a los derechos humanos están a la orden del día y da pie a que la ONU voltee sus mirada hacia esas regiones.
Lo conveniente era que Libia solucione sus problemas internos sin intervención extranjera, pero como nada en petróleo, la codicia y el interés económico de las potencias se escudaron con el pretexto de defender a la población civil y todavía apoyando al opositor y misterioso Consejo Nacional Libio (¿vinculado a Al Qaeda? o ¿legítimo representante de algunas tribus?). ¿Por qué no hacen lo mismo en Yemén, el país más pobre de los países árabes en donde ocurren grandes matanzas? ¿O en Bahrein, un cuasi protectorado de Arabia Saudita?
Debemos mencionar que el detestable Muammar El Gadafi gobernó con mano dura para evitar la desmembración de su país por las diferencias irreconciliables entre sus tribus. A pesar que para muchos es considerado como un “dios”, 42 años no le fue suficiente para aminorar la pobreza, a pesar de la riqueza petrolera. Muchas naciones querían ver a Gadafi muerto por su apoyo, financiamiento y entrenamiento a los movimientos terroristas, pero un par de bombas norteamericanas de Reagan a dos búnkers del líder libio –que escapó con vida- lo hizo reflexionar y olvidarse de la lucha armada en otras naciones y Occidente lo toleró y se olvidó de su régimen de represión –aunque se la tenían jurada, como se ve hoy día-, al igual que sucedió con otros países árabes.
La opresión no es amiga de la paz y los primeros en reaccionar han sido los jóvenes quienes han perdido el miedo a sus líderes “históricos”, que gobiernan por 20, 30 ó 40 años, con altos niveles de corrupción. Hay revueltas en 18 países árabes. No se sabe quién seguirá mañana, seguramente Siria. Mientras tanto presidentes, reyes y jeques han anunciado mayor democratización, cambios de la Constitución, levantamientos de leyes de excepción y subsidios a los alimentos de primera necesidad, en un intento por salvar sus tronos.
Hay muchas dudas sobre la noticia de si Gadafi lanzó a la fuerza aérea libia sobre la población civil, que causó repulsión en el mundo. Hasta el momento, no hay ninguna evidencia, testimonio, foto o video que ello fuera cierto. Más bien pareció un psicosocial norteamericano para aislar a Trípoli y lo logró.
Lo conveniente era que la comunidad internacional forme una comisión que verifique la situación imperante en el país. Que sirva de experiencia para otra oportunidad, que habrá sin duda. Mientras tanto, a Gadafi no le queda otra que huir o morir. Su canciller acaba de desertar, ya contará si Muammar está desquiciado y la otra novedad es que la coalición está estudiando si les dan armas a los rebeldes, lo que sería contraproducente por las tradicionales animadversiones entre las tribus y que podrían gestar matanzas.
Esperemos que la cuestión libia se solucione rápidamente para evitar que la población civil siga sufriendo y también si no queremos ver el barril de petróleo arriba de los 150 dólares, con consecuencias desastrosas para la economía mundial: menos crecimiento económico e inflación.
(*) Periodista. Miembro de la Prensa Extranjera
Email: sanchez-serra9416@hotmail.com
Blog: http://rsanchezserra.blogspot.com/
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