El Látigo del Rufus
Por Ricardo Sánchez-Serra*
Muchas congregaciones y órdenes religiosas han contribuido al desarrollo y a la cimentación de valores en el país. Una de ellas, las Franciscanas de la Inmaculada Concepción, peruana de origen, cumple 125 años el 6 de diciembre.
La congregación fue fundada en 1883 por el Monseñor Alfonso María De la Cruz Sardinas Zavala y la Madre Clara del Corazón de María Álvarez Salas, en tiempos difíciles de la post guerra con Chile, dando cristiana esperanza a muchos huérfanos y familias destruidas; y, asimismo, dedicándose a la misión de la educación y a obras de caridad.
La primera escuela, llamada “Colegio de la Inmaculada Concepción para las Niñas Pobres, comienza a funcionar sin otro mobiliario que el pavimento, en marzo de 1884 y a fines del año ya tenían 200 alumnas.
Su lema “Servicio, Humildad y Fidelidad” está presente en casi todos las regiones del país, con un trabajo educativo en veinte colegios nacionales, seis colegios particulares, tres institutos superiores, cuatro Centros de Educación Técnico Productiva; doce en obras sociales, una de ellas con los ashaninkas en la selva. Son 44 obras en total, teniendo a su cuidado 30 mil niños y jóvenes. También desempeña su misión en la pastoral de enfermos y del adulto mayor en los hospitales y casas de Ancianos; Además, su obra se ha internacionalizado teniendo filiales en Colombia e Italia.
Su carisma, de acuerdo al fundador, es trabajar con ardiente anhelo de santidad mediante la vivencia radical del Santo Evangelio, como lo hizo María Inmaculada, a modelo de San Francisco de Asís, siguiendo los consejos evangélicos de pobreza, obediencia y castidad.
Las autoridades municipal, regional y central deben reconocer a la congregación de Religiosas Franciscanas de la Inmaculada Concepción por su gran servicio educativo, social y misionero a favor de nuestra población.
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