Líder argelino es amigo del Perú
Por Ricardo Sánchez Serra
Periodista
Directivo de la Prensa Extranjera
En una decisión democrática, el Congreso argelino confirió al presidente Abdelaziz Bouteflika el poder para postular por tercera vez consecutiva a la primera magistratura de esa nación.
Bouteflika es el más prestigioso líder político de la actualidad, habiendo luchado en las guerras de independencia contra Francia en la década de 1950 y principios de la de 1960. Además, durante sus largos años como ministro de Relaciones Exteriores encumbró en la comunidad internacional a Argelia, en la década de 1970, y llegó a liderar el Movimiento No-Alineado y ser el portavoz de un nuevo orden económico internacional. Él presidió asimismo la Asamblea General de las Naciones Unidas, siendo elegido por unanimidad.
El líder argelino tuvo un papel preponderante en la terminación de la guerra entre Eritrea y Etiopía, y hoy contribuye activamente en la Unión Africana y la Nueva Alianza para el Desarrollo de África.
Bajo su mandato, su nación logró un Acuerdo de Asociación con la Unión Europea y participa como socio observador con voz en las cumbres del G8, el grupo exclusivo de países industrializados del mundo.
Con el Perú tuvo una deferencia muy especial, ya que presidiendo la cumbre árabe y africana consiguió el apoyo total para que nuestro país integrara el Consejo de Seguridad, en el período 2006-2007. Por lo demás, envió una donación de un millón de dólares para los damnificados del terremoto de Pisco y aprobó la inversión de Sonatrach de 300 millones de dólares para el Proyecto Camisea, y está dispuesto a invertir más por la confianza que brinda nuestra economía y la seguridad política y jurídica que garantiza el presidente de la República, Alan García Pérez.
Al margen del éxito internacional, Bouteflika intentará un tercer período el próximo año, gracias a tres factores: su política de Concordia Nacional, que permitió pacificar el país, devolviendo la paz y la seguridad, dando término a una guerra civil no declarada de la década de 1990. El plan contempló la amnistía para los radicales islamistas que no estaban comprometidos en hechos de sangre y su integración a la sociedad. Asimismo, una profunda restructuración del Estado y llevar a su país a la economía de mercado, logrando tasas de crecimiento muy elevadas.
Cabe destacar que en las elecciones de 1999 triunfó con más del 75 por ciento de los votos, y en las de 2004, por más de 86 por ciento, lo que demuestra su eficacia como gobernante.
En una sesión especial de la Conferencia Internacional del Trabajo, fue elogiado por el director general de la OIT, Juan Somavia, al señalarlo como “un verdadero defensor de los valores y las ambiciones de la OIT, como son la justicia social, como generadora de paz, una globalización justa para promover la prosperidad y el trabajo decente como una herramienta para el desarrollo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario