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Sodalicio, “la verdad os hará libres”
Ricardo Sánchez Serra
El Sodalicio de Vida
Cristiana, sacudido por denuncias periodísticas sobre malos tratos a jóvenes
miembros de su institución, así como de abusos sexuales del exdirigente Luis
Fernando Figari u otros, decidió con honestidad y franqueza pedir perdón a las
víctimas y solicitar a El Vaticano apoyo para su reforma integral.
Su Superior General,
Alessandro Moroni, mencionó con dureza que Figari era culpable de los abusos
que le imputan y era persona no grata para su comunidad, además de solicitar a
Roma su inmediata separación –léase expulsión- y retiro de sus instalaciones.
Por sus crímenes y pecados
El Vaticano debe expulsar a Figari, dando ejemplo que no le tiembla la mano
para esos sujetos que hacen actos aborrecibles ante los ojos de Dios y a la
civilización, y cumpliendo su norma de “tolerancia cero”. Una sanción menor no
ayuda a la Iglesia, ni al Sodalicio. Su Santidad Francisco debe comprender que
si bien estamos en el Año de la Misericordia, la justicia terrenal debe
prevalecer y dejarle a Dios el castigo divino.
Según Andrés Beltramo, de
Vatican Insider, esa expulsión “aún requiere una ratificación por parte del
Vaticano. Algo que no se puede dar por descontado. Si las autoridades pontificias
optan por la expulsión, también del estatus de consagrado, en la práctica
perderían todo control efectivo sobre el fundador, que se convertiría en un
fiel más y podría así eludir cualquier sanción. Por eso no se descarta otra
alternativa: que se lo recluya en un monasterio, donde pueda purgar sus penas”.
Además, Figari debe
entregarse a la justicia peruana y responder a todo lo que se le imputa, pero
según especialistas en derecho, todos sus delitos han prescrito, ya que han
sucedido hace más de 20 o 25 años, salvo que haya fechorías nuevas. ¿Por qué
las víctimas –que tienen hoy mayormente más 40 años- esperaron tanto para
denunciar?
El pueblo católico no va
aceptar solo la “suspensión”. El escándalo es muy grande y se va a pensar que
está protegido por la jerarquía vaticana.
De otro lado, la reparación
a las víctimas y la reforma integral del Sodalicio es efectiva, real y
contundente. No hay marcha atrás. Y las muestras más palpables es que está por
llegar un visitador vaticano; además de la contratación de dos expertos extranjeros para realizar investigaciones sobre abusos,
la exagente del FBI, Kathleen Mc
Chesney, que trabajó para la Conferencia Episcopal Norteamericana y congregaciones
religiosas y, asimismo, Ian Elliot, consultor en seguridad y protección frente
a abusos, que aplicó las medidas correctivas en Irlanda.
Asimismo, la
convocatoria de Mónica Applewhite, experta en protocolos de prevención y
respuesta de abusos, con amplia experiencia en organizaciones religiosas en
todo el mundo.
No se puede
negar que estas acciones están en marcha. No se puede negar la autenticidad y
las intenciones de las nuevas autoridades del Sodalicio de renovarse. No se debe
manchar el prestigio de la institución por dos o tres corruptos. No se puede,
en justicia, generalizar los hechos a todos los miembros del Sodalicio y solicitar
el cierre, como voces aisladas lo anhelan.
Ahora han
empezados los ataques al que dirige la reforma, Alessando Moroni, porque
señalan que él también cometió faltas. Él acaba de pedir perdón por sus excesos
y que incluso lo hará personalmente. Cabe mencionar enfáticamente que Moroni no
está involucrado en ningún abuso sexual.
En
cualquier entidad militar o eclesiástica hay normas de formación que deben cumplirse.
Unas duras, otras blandas. El mismo Moroni habla de una “formación autoritaria
y vertical”. Gianfranco Zamudio,
Superior del Centro de Formación, acaba de informar que están “revisando y desarrollando nuevos códigos de conducta, protocolos de prevención
y manejo de abusos”.
Los
franciscanos tienen la denominada “corrección fraterna”; los Hermanos Maristas,
en donde estuve, bastaba la mirada dura del director espiritual y de otros
hermanos reprobando un mal accionar, que uno se sentía muy mal si volvía a
fallar. Y así, cada institución, tiene sus códigos y los aspirantes la decisión
de aceptarlos o irse.
La Iglesia
en su conjunto, incluida las órdenes, congregaciones y otras instituciones
religiosas tiene la obligación moral de ayudar y orar por todos los hermanos. Y
dar el ejemplo de amor fraternal, no la crítica fácil y censora, que no es
cristiana.
Como
señaló Jesús, “la verdad os hará libres”.
@sanchezserra
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