Embajador J.
Eduardo Ponce Vivanco
Lo que vimos ayer en Cajamarca es el diálogo por el diálogo, sin importar adónde se llega. No concibo estrategia de negociación más ingenua. Los “facilitadores” comienzan por ir a Cajamarca, el escenario de la confrontación (¿por qué no plantearon un encuentro en Chiclayo, por ejemplo?); divulgan el lugar de la reunión: una iglesia presbiteriana que es inmediatamente rodeada por una turba vociferante, con todos los medios colgados por la TV y la radio; aceptan la presencia de los más recalcitrantes, incluyendo a Saavedra del MRTA y otras fieras parecidas; curas de diferente ropaje (especialmente los franciscanos que apoyaron a los violentistas en su iglesia de San Francisco) salen al balcón a calmar la impaciencia de los sitiadores que no cesan de gritar consignas con voces amenazantes.
Finalmente, los "facilitadores" (sotana ad hoc para evadir responsabilidad ante resultados negativos) y los
radicales ofrecen una conferencia de prensa en la que dicen que la reunión ha
sido estupenda, alentando expectativas envueltas de sensiblería y prometen
presentar un interminable pliego de reclamos al gobierno.
Después
del show, la edición digital de El Comercio informó ayer que:
"El sacerdotote Gastón Garatea afirmó
que una vez que el Ejecutivo y el Gobierno Regional de Cajamarca cedan en sus
posiciones sobre Conga espera que se forme una nueva mesa de
diálogo donde “ya no estaríamos presentes, sobramos. Todo esto lo conversaré
con Cabrejos. No pretendemos ni debemos resolver el conflicto”, manifestó. Indicó
que, si el Gobierno
Central levanta el estado de emergencia y Yanacocha suspende la construcción de
los reservorios, el otro lado “debe volver a la discusión sobre si es posible
Conga o no”.
Es decir, la movida de los pastores es para volver a fojas cero, para
blanquear a los demagogos violentistas y para retornar a una situación cero,
desde la cual el gobierno quedará necesariamente mal y el principio de
autoridad más mellado que antes. Ni qué decir de la empresa inversionista que
perderá con la ley en la mano, y tendrá que refugiarse finalmente en el CIADI
con una demanda millonaria contra el gobierno, que sería el inicio de nuestro
desprestigio como destino de inversiones. ¿Y la Iglesia estará de por medio?
Como
si no fuera suficiente para anticipar la "estrategia" que siguen los
teólogos de la liberación que el Gobierno ha escogido como "facilitadores",
el Padre Garatea, según la versión de El Comercio, "Consideró que
legalmente solo debería conversar con el presidente regional, Gregorio Santos y
autoridades elegidas, pero que “por cuestiones prácticas” pueden ser incluidos
los dirigentes Marco Arana y Wilfredo Saavedra". No sorprende pues, que
los “faciltadores” hayan excluido al Colectivo Cajamarca que, como la inmensa
mayoría de cajamarquinos, apoya la inversión en el proyecto Conga.
Frente
a este cuadro es obligatorio preguntarse por el verdadero objetivo que persigue el
Gobierno: ¿Crear un tinglado para ceder, después de tanto esfuerzo y
reconciliarse con los radicales que votaron por Humala en Cajamarca? ¿O es que
carece de la lucidez necesaria como para procesar y superar situaciones complejas
en función de los intereses de la Nación?
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