Publicado en el diario El Peruano, de Lima-Perú, el 31 de Octubre de 2008
Ricardo Sánchez-Serra
Periodista (*)
Cuando somos bautizados, recibimos tres unciones: profeta, sacerdote y rey. Hay una gran similitud entre el profeta y el periodista. El profeta tiene dos funciones: anuncia y denuncia. Anuncia la Buena Nueva y denuncia las cosas que están fuera del orden moral. En ese sentido, la carrera periodística, que tiene gran responsabilidad para con la ciudadanía, también cumple la doble función de anunciar y denunciar.
Lamentablemente, en las últimas décadas, quizá respondiendo más a una demanda de satisfacer ratings o un público ávido de saber las noticias ocultas o la telaraña de la corrupción, solo nos quedamos en la parte de denunciar y olvidamos lo que es anunciar las buenas noticias.
Así como somos incisivos para destapar escándalos, como dice la Palabra: “La verdad os hará libres”, y poner al descubierto las cosas que no se hacen de acuerdo con una conducta transparente y honesta, también deberíamos volcar nuestros esfuerzos en anunciar las buenas noticias, como, por ejemplo, promover los valores que puedan construir el Reino de Dios en la Tierra: es decir, un mundo de paz, solidaridad, generosidad y más humano.
Entonces, es en ese sentido que como bautizados, como profetas y como periodistas tenemos ese compromiso de anunciar y de denunciar. ¿Pero qué estamos haciendo? En la gran mayoría de los casos denunciamos pero, ¿cuánto proponemos?, ¿cuánto anunciamos?
Sabemos que hoy en día han muerto más de 30 mil chinos por un virus en la leche, que amenazan las crisis financiera y alimenticia mundial, pero ¿cuánto sabemos que todos los días 600 niños peruanos tienen la oportunidad de educarse, alimentarse y formarse en valores cristianos gracias a la generosa donación de personas de buen corazón a la Ciudad de los Niños, a cargo de los franciscanos capuchinos, u otros cientos en el Instituto Roncalli, por ejemplo? O que el Gobierno construirá 16 hospitales más, o que el programa Sembrando beneficia a más de 2 mil familias en Lambayeque o que la reforma pesquera beneficiará a los pescadores, al medio ambiente y al país.
Cambiemos de mentalidad, informemos las acciones positivas. Es oprobioso escuchar que no es noticia que un perro muerda a un hombre, sino que un hombre muerda a un perro. Es ignominioso ver en un noticiero que el reportero le pregunta al atropellado cómo se siente. No halaga tampoco que se nos considere que somos un océano de sabiduría, con un centímetro de profundidad.
Sepamos que los periodistas tenemos un arma en la mano y que debemos utilizarla bien, porque afectamos la vida de las personas. No prejuzguemos, no condenemos sin certidumbre. El periodismo debe construir y revitalizar los valores. No sostengas como periodista lo que no puedes sostener como caballero.
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