El Látigo del Rufus
Combatiendo la exclusión
Por una buena educación rural
Ricardo Sánchez-Serra (*)
El Perú tiene grandes retos. Nadie niega que el fundamento de todos los logros que el país se plantee pasa por la educación. Pero hay grandes diferencias y desniveles entre la educación que se da en ambientes rurales y la que se da en colegios de ciudad. En parte, porque se intenta aplicar el mismo modelo, desconociendo la variedad y las diversas circunstancias por las que puede pasar un niño de un entorno rural.
Flor Flores, por ejemplo, es una niña que vive en la chacra de sus padres cerca del caserío de Nueva Tabalosos, en el departamento de San Martín. El trayecto que va de su chacra a la escuela lleva algunas horas, incluyendo el cruce de un río. En una enseñanza tradicional, Flor sería una gran candidata a abandonar los estudios.
El método de alternancia, que ha comenzado a introducir la asociación Pro Rural, permite que este tipo de chicos asistan a clases de forma continuada durante dos semanas, en régimen de internado, y luego estén otras dos semanas colaborando con sus padres en el trabajo del campo, facilitando tremendamente los problemas de distancias, propios del entorno rural.
Otra cosa son los contenidos, absolutamente fuera de contexto de niños de esa realidad, que desde muy jóvenes tienen que luchar por la subsistencia familiar. La educación en alternancia tiene un fuerte elemento productivo. Se enseña a los niños desde temprano a pensar en las posibilidades productivas de su entorno, con tertulias profesionales y visitas técnicas. Desarrollan planes de negocios que incluyen productos de la zona, desde la miel de abeja en Lambayeque hasta el cultivo de orquídeas, sacha inchi o cacao en la selva, desde artesanías o productos de panificación en el Cusco hasta crianza de cuyes en Abancay.
El trabajo y la vida diaria son así el medio para que aprendan con mayor facilidad y fijen en su mente los conocimientos con más fuerza, pues lo que se aprende tiene sentido y utilidad, y difícilmente se olvida. Flor Flores, de Nueva Tabalosos, ha escogido el proyecto de granjas porcinas y dedicará muchas horas de teoría y práctica a evaluar, bajo la supervisión de su profesora, la mejor forma de aprovechar los cerdos de la granja.
Se forma así a los jóvenes en capacidad de emprendimiento para generar su propio puesto de trabajo y para atender las demandas laborales y productivas del medio local. Se evita también una temprana migración de los jóvenes a la ciudad, con todos los problemas que suele acarrear.
Esta metodología ha demostrado ser todo un éxito. Actualmente existen 35 centros repartidos por Cusco, Piura, Huánuco, Lambayeque, Apurímac, La Libertad, San Martín, Puno, Cajamarca, Loreto, Ayacucho y Arequipa. Pro Rural ha ganado el premio Integración y Solidaridad de RPP y el Premio Campodónico, de la Fundación Clover y la Universidad de Piura.
Consideramos que la educación en alternancia, educación para crecer, es la salida para integrar a la economía y al progreso nacional a muchos pobladores todavía excluidos de la modernidad.
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