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Triunfo conservador en
Rumanía
Ricardo Sánchez Serra
Hubo sorpresa en las
elecciones presidenciales en Rumanía. Ganó el “alemán” –así lo denominaban sus
opositores políticos- Klaus Iohannis –de centro derecha-, al favorito primer
ministro socialista Víctor Ponta, el primero de religión protestante y el
segundo ortodoxo, fe mayoritaria en su país.
Las encuestas lo daban como
perdedor. En la primera vuelta obtuvo 30.37%, frente al 40.44% de Ponta. El
triunfo llegó gracias a que, en la segunda vuelta, una masiva participación de
los rumanos fueron a votar, ¡tres veces más que en la primera y subió 25 puntos!
Iohannis, profesor de física
y tres veces alcalde de la ciudad transilvana de Sibiu, realizó una gran gestión,
por lo que la localidad fue elegida la capital cultural de Europa y atractiva
para las inversiones.
La bandera de su partido, el
Nacional Liberal, fue “El trabajo bien hecho”, frente al de su rival, el Social
Demócrata –ex comunista-: “Orgulloso de ser rumano”, que atacaba directamente
la ascendencia alemana de Iohannis. Luego de su triunfo, cantó el himno
nacional. Su rival había aludido que no lo sabía.
Su bandera fue la lucha
contra la corrupción, un mal endémico de muchos políticos, que llevó a la Unión
Europea a dejar a Rumanía fuera del área Schengen. Además, afrontará
inmediatamente el problema que el 45% de la población está en riesgo de pobreza
o exclusión social.
Ante tanta corrupción muchos
rumanos están pidiendo la vuelta de una monarquía constitucional, cuyo rey
Miguel I, fue obligado a abdicar por los comunistas en 1947.
Pero las dificultades no
cesarán, porque tendrá que enfrentar primero a un parlamento opositor hasta las
elecciones del 2016, salvo que éstas se anticipen, y un juicio pendiente en su
natal Sibiu, que lo podría inhabilitar para gobernar.
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