¿Una sociedad que se
pudre?
Ricardo Sánchez Serra
Una sociedad que se aleja de Dios, una
sociedad que no defiende la familia, es una sociedad que se pudre. Aumenta el
libertinaje, se extiende la violencia, ya no hay respeto a las personas y
ahondado por los bajos niveles educativos, además del descuido de los padres en
formar a los hijos, o la “modernidad” de convivir y no casarse, esa sociedad no
tiene futuro.
Y ¿en dónde están los valores? ¿Por qué se
deja de lado el proyecto de Dios para con nosotros? Bien lo señaló el Cardenal Juan Luis Cipriani que
exhortó a no rendirnos en esta gran batalla que se está dando contra la
institución de la familia y que pretende destruir los valores y la dignidad de
las personas.
“Es una bomba
que lo único que hace es destruir a la persona por dentro, quitarle sus
valores, quitarle la fe, quitarle a la familia la estabilidad, quitarle al
matrimonio la fuerza que tiene en la sociedad. Es una bomba muy traicionera,
porque no destruye casas ni edificios, rompe personas, rompe vínculos, quita
entusiasmos, adormece a los líderes”, mencionó.
El Papa San
Juan Pablo II expresaba “El futuro depende, en
gran parte, de la familia, lleva consigo el porvenir mismo de la sociedad; su
papel especialísimo es el de contribuir eficazmente a un futuro de paz.
Dentro de este
objetivo de destruir la familia es la unión gay o el remedo de matrimonio que
se pretende hacer, el siguiente paso es la adopción de niños por parte de los
homosexuales. ¡Qué náusea! ¡Qué vergüenza! Y para ello se prestan políticos,
congresistas, jueces. Fíjense nomás lo que acaba de aprobarse en Dinamarca: la
obligación a todas las iglesias a celebrar ceremonias de matrimonios
homosexuales.
Por oponerse a
Dios y a la naturaleza nos pretenden endilgar el mote de “intolerantes”,
“sectarios” o “fanáticos”. Cuando los movimientos de homosexuales, lesbianas y
transexuales son los agresivos. ¿Quiénes ofendieron a Dios y a la fe católica
cuando un grupo de esos desadaptados se besó en el atrio de la Catedral de
Lima?
O, asimismo,
cuando un grupo de jóvenes homosexuales ingresaron a una capilla de la
Universidad Complutense de Madrid se desnudaron y zarandearon al sacerdote
y criticaron a la Iglesia. También en Italia, un transexual se desnudó en el
altar durante una misa y empezó a agredir al párroco. Y, así, en numerosas
partes del mundo, sacerdotes, obispos o cardenales son objeto de agresiones
físicas o verbales en nombre de la “libertad sexual”. No yéndonos tan lejos, a
nuestro cardenal Cipriani, solo por defender a la familia y los valores,
desencajados periodistas y políticos lo agravian.
¿Quiénes son
los agresores? ¿Quiénes los intolerantes?
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