Publicado en el diario El Peruano, de Lima-Perú, el 6 de julio de 2010
UNO DE LOS PUEBLOS MÁS OLVIDADOS DEL MUNDO
El Kurdistán, un país prohibido
Ricardo Sánchez-Serra*
Uno de los pueblos más olvidados del mundo, pero recordado por las continuas matanzas a sus pobladores, es la nación kurda, que se expande entre Turquía, Irak, Irán y Siria.
De origen indoeuropeo y heredera de los medos, controlaron gran parte de la Ruta de la Seda, su capital histórica fue Ecbatana (hoy Hamadán, ubicada en Irán). Se adjudican el legado de Zaratustra y su fiesta nacional es el 21 de marzo, fecha en la que un ser mitológico (Kawa) derrota a las fuerzas oscurantistas del rey Zohac, leyenda que los inspira a continuar peleando por su supervivencia. Asimismo, mencionan con orgullo que el gran sultán Saladino fue kurdo, de la tribu Rawadi. En toda su historia luchó por su liberación, sea contra los aqueménidas, asirios, persas, macedonios, otomanos, etc. En el proceso de descolonización las Naciones Unidas se olvidaron de este tradicional pueblo, seguramente porque conformaban una nación débil –por su división tribal– y para no inquietar a los países ocupantes del Kurdistán.
Todas las revueltas por su emancipación en el siglo XX fueron aplastadas sin misericordia. Tuvo dos independencias efímeras en las décadas de 1920 y 1940. Hoy es más difícil que esta nación logre su autodeterminación, debido a que en su territorio histórico se encuentra la riqueza petrolera (200,000 millones de barriles en reservas) –además de otros recursos como cobre, gas, hierro y agua– de Irán, Siria e Irak.
En este último país podría visualizarse, más que una autonomía –actualmente bastante amplia en el Gobierno Regional de Kurdistán– la independencia, pero ello depende de una decisión política de Estados Unidos que sea apoyada por las Naciones Unidas (ello sería una esperanza de libertad y así terminar con el viacrucis kurdo, que continuamente sufre de genocidios.
Justamente, debido a la masacre –con armas químicas– del pueblo kurdo de Halabja (Irak) –en donde murieron 5,000 personas– ordenada por el dictador Saddam Hussein, es que éste fue sentenciado, entre otros crímenes, a morir en la horca por un tribunal, el 30 de diciembre del año 2006.
La situación de los kurdos en Irán y Turquía es terrible. En la patria del Ayatollah continuamente son ejecutados –bajo el cargo de “enemistad con Dios”– por pertenecer al Partido de los Trabajadores del Kurdistán, movimiento que busca un estado independiente kurdo en el sureste de Turquía, norte de Irak y en el noroeste y el oeste de Irán.
El Kurdistán en Turquía abarca la tercera parte del territorio, que a su vez corresponde en gran parte a la región histórica armenia. Parecería que los kurdos están condenados a no tener patria, por una maldición al participar en el genocidio armenio, en el que conjuntamente con los turcos asesinaron a 1’500,000 de esa etnia en 1915.
Ahora, bajo el dominio turco, sufren las más grandes violaciones de derechos humanos. Todas las sublevaciones kurdas fueron vencidas e incluso se les prohíbe llamar a su región Kurdistán y hablar su idioma. A su etnia se le denomina “turcos de los cerros”. Los turcos tienen como política arrasar todo vestigio de culturas que no son las suyas –lo quisieron hacer también con los armenios y asirios-, convirtiendo sus iglesias en establos y desapareciendo sus escuelas y monumentos históricos; e impone férreamente su nacionalismo kemalista.
Esperemos que pronto sean una realidad los Estados de Kurdistán, Sahara Occidental y la Gran Armenia. El mundo está en deuda con sus pueblos.
*Periodista.
Miembro de la Asociación de Prensa Extranjera.
1 comentario:
Muchas gracias Don Ricardo por escribir este artículo sobre el Kurdistán.
Spas (gracias)
Zinar Ala
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