Publicado en el diario La Razón, de Lima-Perú, el 22 de Diciembre de 2009
El Látigo del Rufus
Tragedia del pueblo saharaui que vive sojuzgado por tropas marroquíes
Vientos de guerra en el Sahara Occidental
Por Ricardo Sánchez-Serra*
La huelga de hambre que sostuvo la activista pacífica saharaui, Aminatu Haidar, en el aeropuerto de Lanzarote, en España, por 32 días, ha puesto en el tapete no sólo el drama personal, sino la tragedia del pueblo saharaui que vive sojuzgado por las tropas marroquíes desde 1975, año que invadió el Sahara Occidental.
Asimismo, pone en vitrina la postración de más de 200.000 refugiados que viven en los campos de Tinduf, en Argelia, ante la indiferencia de las Naciones Unidas, que se ven imposibilitadas de reaccionar ante la invasión y la violación a los derechos humanos de Marruecos.
Haidar, llamada la “Gandhi saharaui” e incluso “la Pasionaria”, mantuvo la huelga de hambre en protesta contra la dictadura marroquí del rey Mohamed VI, que le impidió regresar al Sahara Occidental, en donde viven junto a sus hijos de 13 y 15 años de edad. Ella volvía de Estados Unidos en donde recibió el premio internacional “Coraje Civil 2009” –antes había sido galardonada con el premio Robert Kennedy de Derechos Humanos en el año 2008–, cuando las autoridades marroquíes le confiscaron su pasaporte y la expulsaron hacia las Islas Canarias.
España, es la verdadera culpable de las penurias del pueblo saharaui, porque para las Naciones Unidas sigue siendo la responsable de la administración colonial, a pesar que irresponsablemente entregó el territorio a dos países (Marruecos y Mauritania) mediante el Acuerdo Tripartito de Madrid en 1975. Mauritania se retiró poco después, firmó la paz con el ejército de liberación Frente Polisario y reconoció a la República Arabe Saharahui Democrática (RASD).
Previamente, la Corte Internacional de Justicia de La Haya había sentenciado que “los materiales e información presentadas al Tribunal muestran la existencia, en el momento de la colonización española, de vínculos jurídicos de vasallaje entre el Sultán de Marruecos y algunas de las tribus que viven en el territorio del Sahara Occidental. Igualmente, muestran la existencia de derechos, incluidos derechos sobre la tierra, que constituyen vínculos jurídicos entre la entidad mauritana, tal como la entiende el Tribunal, y el territorio del Sahara Occidental. De otro lado, la conclusión del Tribunal es que los materiales e información presentadas a él no establecen ningún vínculo de soberanía territorial entre el territorio del Sahara Occidental y el reino de Marruecos o la entidad mauritana. Por tanto, el Tribunal concluye que no ha encontrado vínculos jurídicos de tal naturaleza que puedan afectar a la aplicación de la resolución 1514 (XV) de la Asamblea General a la descolonización del Sahara Occidental y, en particular, al principio del autodeterminación a través de la libre y genuina expresión de la voluntad de los pueblos del territorio”.
La RASD es reconocida por 80 naciones del mundo, mientras que ningún país reconoce la anexión marroquí del Sahara Occidental, quien expolia sus territorios ricos en fosfatos y petróleo y se niega a celebrar un referéndum que determine la libre determinación del pueblo saharaui. Marruecos vive, por tanto, al margen del Derecho Internacional.
Actualmente, el territorio saharaui se encuentra dividido por un muro 17 veces más extenso que el que hubo en Berlín, de 2,500 kilómetros construido vergonzosamente por Marruecos para separar a los saharauis.
En el caso de la activista Haidar, tanto España como Marruecos quedaron mal parados. Su regreso a El Aaiún (capital saharaui) fue un triunfo de las presiones de la comunidad internacional y de los organismos de derechos humanos. En el país europeo se vivió una crisis política agudizada por el polémico canciller pro marroquí Miguel Angel Moratinos, que incluso pretendió dar de comer y medicar a la fuerza a la huelguista de hambre y no sabía cómo presionar al rey marroquí para que la dejara volver a El Aaiún para ver a sus hijos. Asimismo, grande fue su ceguera al pretender que Haidar adoptara la nacionalidad española para desbloquear el conflicto. Otra oferta fue la concesión del estatus de refugiada para ella y su familia. Haidar valientemente sólo quería que la devolvieran con o sin pasaporte a El Aaiún.
Estados Unidos también había mostrado su preocupación y urgía una rápida solución “sobre su estatus legal y el completo respeto por el debido proceso y los Derechos Humanos”. El Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, hizo lo mismo y pidió al mediador de la ONU para el Sahara Occidental, Christopher Ross, que apresure una nueva ronda de conversaciones.
A su vez, las autoridades marroquíes, como monos con metralletas, lanzaban acusaciones infundadas contra el Frente Polisario y Argelia por supuestamente ”pretender hacer fracasar las negociaciones sobre el Sahara” y acusaban que “era una nueva tentativa de desviación”. El todopoderoso Mohamed VI, fuera de sí, había exigido que Haidar le pida perdón, como si fuera su súbdita. Además, ha tomado presos a siete activistas saharauis, considerados presos de conciencia por Amnesty International, acusándolos de traidores y penden sobre ellos la pena de muerte.
La violación sistemática a los derechos humanos por parte de Marruecos le ha causado un desprestigio a nivel internacional y ensombrece aún más las vías de solución al conflicto saharaui. En verdad no quiere un acuerdo. Sólo quiere anexarse el territorio del Sahara Occidental y mientras tanto gana tiempo, castigando y amenazando a los autóctonos saharauis e invadiendo el territorio con marroquíes para hacerlos participar en un hipotético referéndum.
Entretanto, vientos de guerra asolan el territorio invadido por Marruecos. Los jóvenes saharauis están más decididos a recuperar lo suyo. El primer ministro de la RASD, Abdelkader Taleb Omar, reveló que en el XII Congreso Popular General del Frente Polisario –reconocido por la ONU como único representante del pueblo saharaui– se exigió a la dirección política actual hacer una evaluación de las negociaciones y, en caso de que no lleguen a ningún resultado, “tomar las medidas para volver a las armas”.
La soberbia de España es manifiesta, al igual que la arrogante Francia. Países como el Perú no hacen nada individualmente y esperan que la anquilosada ONU haga todo. La inercia de la comunidad internacional desespera. ¿Esperan la guerra para recién actuar?
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(*) Periodista. Miembro de la Asociación de Prensa Extranjera.
Email: sanchez-serra9416@hotmail.com / Blog: http://rsanchezserra.blogspot.com
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