Publicado en el diario La Razón de Lima-Perú, el 19 de junio de 2008
El Látigo del Rufus
Relación peruano - argentina debe despertar de su letargo
Ricardo Sánchez-Serra*
Argentina está dando pasos muy significativos para restablecer al más alto nivel las relaciones diplomáticas y políticas con el Perú, que estuvieron frías desde hace doce años.
En primer lugar, la designación del nuevo embajador, Darío Alessandro, diplomático, sociólogo y un político de la vieja guardia, fue diputado y ex brazo derecho del entonces titular del Frente País Solidario (Frepaso) y ex vicepresidente de Argentina, Carlos Chacho Alvarez. Honra al Perú la designación de un político de primera línea, que viene con la misión de estrechar los lazos de amistad y curtir la vieja herida.
En segundo lugar, es estratégica la visita de la ministra de Defensa de Argentina, Nilda Garré a invitación de su par peruano Antero Flores-Aráoz, que incluso la condecoró acertadamente con la Orden Militar de Ayacucho.
Ambos países necesitamos restaurar nuestras relaciones por historia, geopolítica, hermandad y por ser aliados tradicionales. Recordemos la gesta del Libertador Don José de San Martín y del insigne Roque Sáenz Peña, que peleó en el Ejército peruano en la guerra con Chile, destacando en las batallas de Tarapacá y Arica.
Igualmente, la solidaridad y el apoyo peruano a Argentina en la Guerra de Las Malvinas no podrán jamás quedar en el olvido. El más importante acuerdo bilateral fue el diseño y la construcción –por parte de la Comisión Nacional de Energía Atómica de Argentina– del Centro Nuclear de Huarangal. A fines de la década de los ‘80 Buenos Aires, en plena crisis alimentaria nos brindó un crédito de 100 millones de dólares para la compra de productos alimenticios.
Asimismo, fue trascendental la actitud argentina como garante del Protocolo de Río de Janeiro entre Perú y Ecuador, mientras otros mostraban apatía, por decir lo menos.
Los puntos negros de la relación, fueron la ilegal venta de armas de Buenos Aires a Ecuador en pleno conflicto bélico del Cenepa, realizada no por el gobierno, sino por una organización criminal enquistada en el aparato estatal y la mala relación personal entre los presidentes Alejandro Toledo y Néstor Kirchner.
Los embates ahora son otros: incrementar el intercambio comercial y eliminar las barreras que lo obstaculizan, aprovechar de la mejor manera posible el Acuerdo de Complementación Económica Perú - Mercosur (ACE 58), la cooperación bilateral en materia científica y tecnológica, antártica y de lucha contra las drogas.
Dos aspectos son trascendentales: profundizar la cooperación en materia de seguridad y defensa entre ambos países y regularizar la situación migratoria de 300 mil peruanos en Argentina y 20 mil argentinos en Perú. La bola está en cancha bonaerense, en su Congreso, que debe sancionarlo.
Bien dijo la ministra de Defensa argentina “mi presencia en su país es testimonio de nuestra firme voluntad para continuar trabajando conjuntamente en el ámbito de nuestros ministerios para fortalecer nuestras instituciones, consolidar la hermandad entre los miembros de nuestras fuerzas armadas, y contribuir al afianzamiento de la defensa y la seguridad”.
“…A los grandes pueblos argentino y peruano... ¡salud!”
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