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Control de armas… ¿Qué hace el Congreso?
Desde los años´90 numerosas organizaciones internacionales buscaron que
se legisle sobre el caótico e irresponsable comercio de armas, que tanto daño
hace a la civilización y en especial a las poblaciones más vulnerables.
Gracias a la constancia y tenacidad de Amnistía Internacional (AI),
Oxfam, premios Nóbel de la Paz y otras instituciones y luego de más de 7 años
de deliberaciones, la Asamblea General de la ONU aprobó el Tratado de Comercio
de Armas (TCA) el 2 de abril de 2013, con solo tres votos en contra: Irán,
Siria y Corea del Norte.
“El objetivo del TCA es regular el comercio
internacional de armas y municiones convencionales para evitar su exportación a
países donde exista un importante riesgo de que se utilicen para cometer
violaciones a los derechos humanos, así como evitar su desvío al comercio
ilícito… Busca dar sentido ético a un comercio de armas convencionales de más
de 85,000 millones de dólares anuales” (AI).
En nuestro país destaca la labor de Ana María Watson, presidenta del
Instituto de Seguridad y Derechos Humanos, que se ha embarcado en una cruzada
para darle prioridad a la ratificación de este tratado. Para nadie escapa que
el Perú es uno de los países más violentos de la región, con altos índices de
inseguridad ciudadana, que políticos como Salvador Heresi, Mauricio Diez
Canseco y Renzo Reggiardo, entre otros, han propuesto que las Fuerzas Armadas,
junto a la policía, combatan a la delincuencia.
“El mercado negro y la delincuencia son los principales beneficiados para
que el Perú no ratifique el TCA y la población permanece en peligro
debido a procedimientos burocráticos en el
Congreso”, indica Watson, agregando puntualmente que “el tráfico de armas, el
narcotráfico y la trata de personas son las tres industrias que se benefician
mayormente de la ilegalidad, generan una situación delincuencial de gravedad”.
Los peruanos podemos adquirir libremente dos revólveres y 600 balas para
cada uno por mes. Es un abastecimiento indiscriminado de armas y lo peor es que
no hay códigos de control y menos rutas de seguimiento.
Todos tenemos que contribuir a hacer un mundo más seguro y frenar el flujo de armas y
municiones, no solo en nuestro barrio, ciudad, país, sino en todas partes. La inseguridad
aumenta cada día. AI calcula que cada año mueren en el mundo 500 mil personas a
consecuencia de la violencia armada. Según Oxfam, casi un millón de los ocho
millones de armas que se producen cada día en el mundo se extravía o roba. “La
violencia y la inestabilidad, así como el nivel de criminalidad que aumenta, disuade
asimismo las inversiones extranjeras”.
¿Tan difícil es que el Congreso haga su
trabajo?
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