Publicado en el diario LA RAZÓN, de Lima-Perú, el 3 de enero de 2015
http://larazon.pe/opinion/7072-los-zampones-y-las-embajadas-iii.html/
http://larazon.pe/opinion/7072-los-zampones-y-las-embajadas-iii.html/
Los zampones y las embajadas (III)
Ricardo Sánchez Serra
No pensé que un tema tan
trivial como el de los zampones tenga tanto interés, pero es una realidad, un
dolor de cabeza para los funcionarios de embajadas, así como para conocer las
“habilidades” de ciertas personas para tratar de ingresar, sin invitación, a
las recepciones diplomáticas, burlando a la seguridad y aprovechando –en
algunos casos- la benevolencia de los jefes de misión. Algunos lo consideran
divertidos que hacen lo imposible para zamparse y son “refinados”, pero hay
otros sinvergüenzas que acuden malolientes, se meten la comida en el bolsillo o
la envuelven en servilletas y así pasean orondos.
Los dos artículos anteriores (ver http://rsanchezserra.blogspot.com/search?q=zampones y http://rsanchezserra.blogspot.com/2014/11/las-embajadas-y-los-zampones-ii.html ) publicados en LA RAZÓN, motivaron que varias personas me llamen o escriban para
contar sus anécdotas.
Recuerdo
que en la recepción de una
embajada un periodista zampón se emborrachó, agarró una pierna de pavo, la puso
dentro de un periódico y con la otra mano se llevaba una botella de vino. El
embajador me solicitó que discretamente lo vaya acompañando hacia la puerta y
evite el escándalo.
A fines de los ´70, un joven se hizo pasar como hijo del entonces Jefe
de Estado, Francisco Morales Bermúdez. Era osado. Llamaba a la residencia diciendo
ser el edecán de la Presidencia avisando “que su hijo representaría al
mandatario en la recepción”. El propio embajador acudía a la puerta a recibirlo
y el muchacho era objeto de toda clase de atenciones. Rememoro haberlo visto en
las embajadas soviética, polaca y alemana oriental. Al final, se sentía
“angustiado” porque no “llegaba su chofer”, entonces el embajador le ofrecía su
vehículo y pedía que lo dejen a una cuadra de la calle Marconi, por donde vivía
el presidente.
Había también un individuo que pretendía ingresar a una delegación
diplomática diciendo que tenía que “salvar a la princesa, que era retenida por
el servicio secreto del primer ministro y que el rey le había pedido que la
rescate”.
¿Ya ven? De todo hay en la
viña del Señor.
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