La importancia de la salud mental de los
funcionarios que representan al país
Por
Ricardo Sánchez Serra*
A
raíz del bochornoso incidente del entonces embajador ecuatoriano con un par de
callejoneras en un establecimiento comercial, el presunto maltrato a una
connacional por parte del Agregado Civil de nuestra Embajada en Estados Unidos
y el maltrato a un diplomático subalterno en la Embajada peruana en Moscú, el
tema de la atención a la salud mental adquiere vigencia, por lo que es menester
se considere en nuestros representantes en el exterior.
Y
no se tome esta recomendación como una ofensa, por favor, estamos muy lejos de
esa intención, ni tampoco para desprestigiar o desacreditar a nadie, menos aún
a nuestros destacados diplomáticos. Además, esta atención debe extenderse a
todos los servidores públicos.
¿Alguien
conoce lo que sucede con un diplomático en el exterior? ¿Sabe de cerca lo que
acontece con él?
Tiene
que enfrentar el desarraigo trabajando en el exterior aproximadamente cinco
años. La esposa, si no es diplomática, no puede trabajar en su profesión o
mostrar sus capacidades, debido a que su título profesional muchas veces no
puede ser revalidado. Los hijos menores sufren intempestivos cambios de
colegios y los mayores se encuentran alejados por sus estudios en la
universidad. La familia sufre un zamacón, en alguna tolerable en otras no.
Conocí
un embajador que estaba preocupado porque tenía una hija que prácticamente no
tenía amigos en el Perú, por sus constantes destinos diplomáticos.
Hay
otros casos, como el no reconocimiento de sus parejas de hecho, porque algunos
que han declarado ser solteros, no se atreven a declarar a su conviviente, por
temor a que sus superiores dispongan de ellos para “sus encargos personales”
cuando sirven en el exterior.
También
hay funcionarios con diferente inclinación sexual, que también se ven privados
de declarar a su pareja, situación que en algunos casos ya es un secreto a
voces.
Asimismo,
se encuentran muchos funcionarios que han sufrido divorcios o pérdidas de sus
parejas o hijos. Heridas que arrastran y saben llevar durante el ejercicio de
sus funciones, pero que en un segundo pueden exteriorizar, manifestando su ira
contenida en situaciones intrascendentes. Otros se pueden refugiar en el
alcohol.
El
atender la salud mental es una responsabilidad personal e institucional de la
Cancillería, que debe proponer un estudio que realmente pueda evidenciar el estado
en el cual se encuentran los funcionarios diplomáticos que representan al país
en el exterior.
Es
un tema preventivo de cuidado también de esos cuadros que pueden ser
profesionalmente brillantes, pero han padecido tantas circunstancias o pérdidas
que les han impedido desarrollarse integralmente.
Lo
más grave es que estas cargas emocionales no quedan en ellos, sino que son
transmitidos a todo el personal que laboran con ellos en las misiones en el
exterior, y muchos de los subalternos que están iniciando su carrera y sus
familias, pueden ser perjudicados por los arranques de sus superiores o de los Jefes
de Misión, que tampoco pueden denunciar porque pierden el ascenso. Recordemos
el caso del funcionario diplomático fallecido en Moscú.
Los
exámenes no deben ser solo para los ascensos en las categorías del escalafón
diplomático, sino también para la asignación de funciones, buscando siempre el
equilibrio emocional del recurso humano.
La
salud mental como parte de la salud integral de los individuos, es un
componente central del desarrollo humano y, por ende, del desarrollo de las
naciones. Como señalan Cueto y Zamora, tanto los Estados como la sociedad civil
entienden cada vez más que la salud forma parte de los derechos económicos,
sociales y culturales, y no sólo es un factor para mejorar la productividad
económica o mantener la seguridad nacional.
Si
bien es cierto que el tema de la salud mental está ganado un lugar en el debate
público durante los últimos años, aún no se establece una política pública que
pueda responder a las recomendaciones de ésta y a las demandas existentes en la
población afectada. Argentina está evaluando poder atender este requerimiento
en sus funcionarios públicos.
La
situación actual de la salud mental en el Perú es un indicador importante de
las condiciones en las cuales se encuentra la mayoría de peruanos y peruanas. Es
tener una foto o mirada diferente de la vivencia de pobreza, exclusión y
desigualdad que atraviesa nuestra sociedad, y debe ser entendida como un
componente clave de la estrategia integral de lucha contra la pobreza.
Según
la Organización Mundial de la Salud, 450 millones de personas experimentan
problemas mentales o neurológicos en el mundo. Estos desórdenes constituyen 5
de las 10 principales causas de discapacidad y para el año 2020 estarán entre
las primeras causas. Crean un impacto social y económico importante en los
individuos, familias y gobiernos. Las personas con trastornos mentales sufren de
discriminación, estigma y son proclives a sufrir violaciones en sus derechos humanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario