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Roncagliolo y la Cancillería
Ricardo Sánchez Serra*
Desde hace meses se sabía que el entonces canciller Rafael Roncagliolo quería irse porque estaba cansado. Él mismo lo había señalado. Y era verdad. Su salud, nos consta a los que lo conocíamos, no estaba bien y que se deterioró cuando falleció su esposa. Entonces no me sorprende las razones de su salida, más aún que había pedido licencia en enero para tratarse en Brasil.
El momento oportuno para salir es discutible. Para mí debió dejar el Ministerio después del fallo de la Corte de La Haya sobre el diferendo limítrofe con Chile. Pero nadie está en el zapato de otro.
Es una fábula que se exprese –y todavía gente pensante lo repite- que Roncagliolo cesó por presiones de Venezuela, que de acuerdo a la lógica de los opositores de Maduro, sigue el ukase de los hermanos Castro de Cuba. Entonces nuestro canciller salió por órdenes de Cuba. ¡Absurdo! Es una cantaleta que no resiste el menor análisis. Valga decir que Venezuela asiste a La Habana con millones de barriles de crudo, así ¿de qué órdenes estamos hablando?
También se menciona que “¿Por qué Maduro condecoró al ex embajador peruano en Caracas, Luis Raygada? ¡Es una afrenta!”. Ignorancia supina. Antes de hacer escándalo y hacer de ganapanes, debe uno informarse. Cuando un embajador cesa el país anfitrión lo distingue con una condecoración.
Es una práctica diplomática entre países que tienen un acuerdo. Argelia y Uruguay, entre otras naciones, no condecoran a embajadores extranjeros, por lo que el Perú tampoco le corresponde hacerlo con diplomáticos de esos países, por reciprocidad. Claro que cada Estado puede condecorar por servicios extraordinarios, si así lo considera. En este caso, el Perú fue ingrato con el entonces embajador de Argelia, Abdelkader Riame, quien logró reabrir la embajada argelina en Lima, trajo a su presidente Abdelaziz Bouteflika a Lima –quien consiguió el apoyo de la Liga Árabe para que el Perú acceda al Consejo de Seguridad-, la inversión de Sonatrach en Camisea y además, lograr que su país done un millón de dólares para los damnificados del terremoto de Pisco.
La lógica actual es que si un embajador es enviado a otro país para mejorar las relaciones bilaterales y el acrecentamiento económico, ¿por qué tiene que ser condecorado si es su trabajo?
¿Roncagliolo se equivocó en algunas cosas? ¡Sí! No debió defender a Correa y criticar a un medio local por su titular de primera página. No debió pedir públicamente la salida del embajador ecuatoriano por su enfrentamiento con dos callejoneras, eso se hace reservadamente. Le faltó cumplir con el restablecimiento de relaciones diplomáticas con la República Árabe Saharaui Democrática, de acuerdo al Plan de Gobierno de Gana Perú. Pero la balanza es favorable: continuó con el equipo técnico de La Haya, reforzó Unasur, continuó con los TLC, la impecable organización de la cumbre ASPA (Países Árabes-Sudamérica), prestigió al país internacionalmente, entre otros.
Ahora, le deseamos la mejor de las suertes a la flamante ministra Eda Rivas, que se deje asesorar por los diplomáticos competentes de la Cancillería y no se vaya de boca.
*Periodista. Miembro de la Prensa Extranjera. Analista político.
Twitter: @sanchezserra
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