¿Ceder a extorsiones?
Por Ricardo Sánchez Serra
Existen instituciones
legales y no legales, algunas ONGs que piden a empresas públicas y privadas,
municipios, regiones o al propio Estado hacerles un trabajito que estudie el
nivel de contaminación del río, del mar, de la selva, o cómo va la señal de un medio
en Pasco, en Carabayllo.
También otras que se
encargan de ver el nivel de aceptación de las autoridades, el recojo de la
limpieza, el avance de las obras, la atención al público, etc.
Igualmente, ciertas
asociaciones que quieren premiar a un presidente de directorio o alto ejecutivo
de una empresa o a la misma empresa o a alguna autoridad o embajador extranjero,
les envían una carta haciéndoles partícipes que han sido galardonados con una
distinción “x” y que la ceremonia se realizará en tal o cual fecha. Y en la
entrevista muestran mucha alegría y cortesía, pero cuando el honrado agradece y
pregunta detalles, le dicen que el premio vale 400 soles y que tiene que
comprar una o dos mesas en el restaurante con 10 comensales en cada mesa y que
cada uno cuesta 100 soles, pero que el premiado no paga, como si fuera una
ganga. ¡Qué desfachatez!
No generalizo, estoy
diciendo algunas organizaciones, no todas las organizaciones, por si alguna se
siente afectada. Ahora también hay organizaciones y organizaciones. Unas de
prestigio otras de dudosa reputación.
Algunos acceden por la
necesidad de obtener honores, galardones, que engruesen su currículo o que su
compañía sea reconocida. Pero también tienen que optar por alguna organización
de prestigio, que tiene premios tradiciones desde hace varios años y que no se
ponga en duda su reputación. Me contaron que más de una entidad o embajada fue
hasta estafada.
Es, pues, cuestión de cada
empresa decidir si entra en ese juego o no. Pero se está viendo que cuando una
corporación no accede a la premiación o a algún trabajito, algunas de esas
firmas “premiadoras” critican en los medios por algún tema el accionar de tal o
cual institución o personaje, o favorecen con descaro a la competencia, que
posiblemente los contrató. Y eso tiene un nombre: extorsión.
Incluso, por transparencia,
las empresas de prestigio no deberían organizar algún concurso, competencia o
evento de premiación, si participan instituciones que las hayan contratado. Eso
sería justo y ético.
Lo contrario sería en palabras de Al Capone: “Puedes conseguir más con una palabra amable
y una pistola, que con solo una palabra amable”.
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