La “universidad rebelde” y el error de Müller
Del Vatican Insider (ITA)
La universidad “rebelde” del Perú permanecerá sin profesores de teología. Así lo determinó la Santa Sede, tras una reunión celebrada hace unos días en Roma. Un encuentro de alto nivel que echó por tierra el intento del prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Ludwig Müller, de intervenir para favorecer a esa institución educativa en su conflicto con el Arzobispado de Lima y con El Vaticano. Un apoyo que ha sido tomado como un grave error del “guardián de la ortodoxia católica”.
La reunión interdicasterial fue convocada por el Secretario de Estado de la Sede Apostólica, Tarcisio Bertone. ¿El objetivo? Analizar la validez de una carta enviada por el propio Müller al arzobispo limeño, Juan Luis Cipriani Thorne, a fines de enero.
En la misiva, el prefecto solicitó al cardenal peruano explicaciones sobre su decisión de no renovar el permiso eclesiástico para dictar clases a todos los profesores del Departamento de Teología de la “anterior” Pontificia Universidad Católica del Perú (ex PUCP). Esa determinación, comunicada a las autoridades universitarias en diciembre, fue producto del decreto emitido por la Santa Sede en junio de 2012 que prohibió al claustro ostentar sus títulos de Pontificia y Católica.
Una sanción aplicada con el aval del Papa y que mantiene su plena vigencia jurídica por la contumaz negativa de la Asamblea Universitaria a reformar sus estatutos para adherir a la normatividad vaticana sobre las instituciones de educación superior católicas: la constitución apostólica “Ex Corde Ecclesiae”.
El prefecto alemán decidió actuar como consecuencia de una queja enviada a Roma por aquellos profesores a quienes se les revocó el mandato canónico para dictar clases. Ellos argumentaron que la revocatoria fue aplicada por “motivos doctrinales”. Müller tomó en cuenta su reclamo y ordenó -en su comunicación- que la universidad continúe dictando sus cursos de teología, en tanto la Santa Sede no resuelve el conflicto de fondo.
Pero la misiva estaba viciada de origen. Y, por lo tanto, fue considerada inválida por la interdicasterial. En primera instancia porque se trató de una iniciativa “personal” del prefecto, que no cumplió con los requisitos de consulta a los especialistas en el tema dentro del Congregación para la Doctrina de la Fe.
Además no fue enviada por los conductos institucionales de la nunciatura apostólica en Lima. En el Arzobispado de la capital peruana la recibieron como un simple fax. Y, lo más importante, la carta ignoró el Código de Derecho Canónico que confiere al obispo diocesano la autoridad para otorgar y revocar los permisos a los profesores de religión o ciencias eclesiásticas en su circunscripción eclesiástica.
El resultado del análisis ya fue comunicado a las partes en Perú vía valija diplomática. La carta de Gerhard Müller no tiene validez y se mantiene intacta la decisión del arzobispo Cipriani de no conceder los permisos para enseñar teología católica en la ex PUCP. Lo cual pone a la institución en serios aprietos para cubrir los cursos obligatorios de esa materia en el siguiente ciclo lectivo.
Por lo pronto las conclusiones de la reunión vaticana presidida por Bertone, todavía secretario de Estado, constituyeron un duro revés para el prefecto de la Doctrina de la Fe y, en la Curia Romana, abrieron la interrogante respecto a su idoneidad para ocupar un puesto de enorme poder que no permite improvisaciones ni errores, ni de forma ni de fondo.
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