lunes, 4 de mayo de 2009

¿Por qué no ser un buen jefe? Publicado en el diario La Razón, de Lima-Perú, el 4 de mayo de 2009

Publicado en el diario La Razón, de Lima-Perú, el 4 de mayo de 2009

El Látigo del Rufus



Ricardo Sánchez - Serra (*)
He visto tantas injusticias y conductas inadecuadas en las relaciones de los jefes con sus subordinados que me he animado a escribir unas líneas al respecto, más aún al evocarse recientemente el “Día del Trabajo”.
Siempre me he preguntado ¿por qué un jefe no puede o debe ser bueno? ¿Qué le cuesta ser bueno, generoso, justo o compasivo?

Hay gente que no ha nacido para ser jefe y aunque estudien, ignoran cómo serlo, es que la vida es la que te enseña, a veces para bien, a veces para mal. Algunos se encuentran en el cargo por recomendación, otros por su buena hoja de vida. Un buen jefe debe tener desarrollada su inteligencia emocional.

Conozco personas que para demostrar que son los jefes, para que reconozcan su “poderío”, en los primeros días despiden a algún empleado u obrero, dando la señal a los demás que ahora mandan ellos, creyendo ilusamente que es señal de respeto y autoridad. Sé de otros que tienen que humillar a sus subalternos para demostrar su fuerza. Sé también de algunos que crean toda una organización de soplones, porque creen que sabiéndolo todo de buenas maneras o con malas artes, tienen dominada la situación.

Existen, asimismo, los que conceptúan que van a ser jefes toda la vida, y actúan de manera omnipotente, son abusivos, castigan sin contemplaciones y peor aún tomando el nombre, a su vez, de su superior inmediato, hacen y deshacen, dejando mal a quien depositó su confianza.

Y ni hablemos de los acosadores, que son muchos, ellos tienen envilecido el espíritu y deben estar presos.

Me entristece, por ejemplo, el saber que una jefa de prensa de un ministerio despidió sin motivo alguno a dos periodistas que ganaban 700 soles cada uno. Luego, peor aún, sabiendo que la ministra la había despedido por conflictiva, ella echó –injustamente– a su vez a otro periodista que ganaba S/. 1,200. Esta “jefa” ¿sabía si los jóvenes periodistas mantenían su casa, a su madre enferma, sostenían sus estudios o simplemente ellos trabajaban para vivir?

Estoy seguro que no, e igualmente era obvio que no le importaba. Ella se sentía todopoderosa y como a veces la gente mala –sin explicación alguna– cae de pie, consiguió rápidamente otro trabajo –de seguro estaba muy conectada– y despidió precipitadamente a todos los periodistas –sin previa evaluación– para enclavar a sus amigos y allegados. Víctor Hugo decía “es extraña la ligereza con que los malvados creen que todo les saldrá bien”.

Yo me pregunto: ¿Esa clase de gente puede dormir tranquila y sin temer a Dios? Se sabe que lo bueno que uno haga, Dios lo repone con creces; y lo malo que uno realice, lo pagas aquí o en el más allá y lo transmites a tus hijos. En la propia Biblia se señala: en el capítulo 28 de Deuteronomio, si guardas la voz de Dios, es decir si tu comportamiento es bueno, Dios te exaltará y te bendecirá en todos tus quehaceres. Y si eres malo, te acaecerán todas las maldiciones.

Igual en Eclesiástico, capítulo 4: “no entristezcas al hambriento y no enojes a nadie en su necesidad. No apenes al que tiene el corazón afligido. No rechaces al hombre afligido que te suplica, ni vuelvas la cara al necesitado; no des motivo a nadie para que te maldiga. Pues si te maldice en la amargura de su alma, su Creador lo escuchará”.

Y, en Exodo, capítulo 20, dice soy “un Dios celoso, que castigo la maldad de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación, si ellos me aborrecen; y tengo misericordia a lo largo de mil generaciones, si me aman y cumplen mis mandamientos”.

Me puedo referir a más ejemplos, pero está claro que lo que deseo transmitir con este artículo, es que si uno tiene poder, debe usarlo para hacer el bien y desterrar los pecados capitales, como la envidia, soberbia (altanería, hipocresía, pertinacia, jactancia, vanagloria), ira, avaricia, pereza y lujuria.

Debe hacer felices a las personas bajo su mando, que de por sí están temerosas por la conducta de los jefes de turno. Debe ser magnánimo, autocrítico, comprensivo, saber escuchar, dejarse aconsejar, valorar a las personas; sancionar en privado y elogiar en público. Dar siempre oportunidades, perdonar “hasta 70 veces 7”, como lo ordenó Cristo.

No ganas nada siendo malo, ganas mucho siendo bueno.

*Periodista. Miembro de la Asociación de Prensa Extranjera
Email: sanchez-serra9416@hotmail.com
Blog: http://rsanchezserra.blogspot.com/

1 comentario:

Lupe Cunill dijo...

Tengo la mala suerte de conocer algunos ejemplares como los que nombra usted... y muchos periodistas que escriben gratis quitandole valor a su trabajo y al de el resto por la posibilidad de algún día...
No todos tienen la capacidad de ser... "Personas" Dios quiera que en mi emprendimiento logre mis objetivos y no me deje comer por el poder o la presión... dios quiera ... que bajo mis conceptos éticos pueda afirmarme en mi camino.. tal vez el más largo pero el más honesto.. porque por algo uno nace periodista... hay cosas que no se aprenden en los libros...
Gracias por esta publicación...