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Finlandia, la educación y el sauna
Finlandia celebró el 98 aniversario de su
independencia. El solo mencionar su nombre nos recuerda que es sinónimo de
educación, desarrollo y sociedad de bienestar.
Ganador en numerosas ocasiones del Programa Internacional para la Evaluación de
Estudiantes o Prueba
PISA, para nadie es un secreto la calidad de la educación e igualdad de acceso,
convertida en eje de su desarrollo
Si bien hoy
Finlandia destina el 12% de su presupuesto para Educación (ojo que no siempre
fue así), lo que destaca es la calidad, que se traduce en la preparación óptima
del profesorado, que para determinados cursos debe exhibir una maestría. Según
un informe de The Guardian “las maestrías de cinco años para los profesores de
educación primaria no se discuten”.
Según los
catedráticos Sirpa Hannele Kokko y Anu Särkijärvi-Martínez de la Universidad de
Helsinki, “en Finlandia los docentes deben pasar por un proceso de
investigación muy fuerte, incluso desde el pregrado. Para que ellos
puedan convertirse en docentes de primaria y secundaria es necesario que
obtengan como mínimo el título de maestría, y si desean ser docentes
universitarios deben contar con un título doctoral”.
Solo el 20% de los
postulantes ingresan a ser maestros, una profesión vista con mucho prestigio en
la sociedad.
La revolución
educativa empezó en la década de los años ´70, con resultados muy exitosos. Se
demoró prácticamente una generación.
Los profesores deben
tener empatía con sus alumnos. El estudio “Primeros Pasos” de las universidades
de Finlandia Oriental, de Jyväskylä y Turku, mencionados por El Espectador reveló
“que los maestros empáticos mejoran la motivación y las habilidades académicas
de los niños, como la lectura, la escritura y las habilidades aritméticas”.
Son seis años que
en la mayoría de los cursos están juntos. No dejan que ninguno se atrase. El
niño juega aprendiendo y recién a los siete años empieza a leer. Es tanta su
concentración en el juego, que los ayuda a interactuar y a aprender “sin querer”
diversos cursos como matemática, geometría, entre otros.
Recuerdo que entrevisté
al especialista León Trahtemberg y me señaló que las tareas son antipedagógicas.
En Finlandia solo hay tres horas de tareas a la semana.
Es costumbre que
los padres vayan con sus hijos los fines de semana a las bibliotecas y museos,
en los que dictan talleres didácticos. El Estado, asimismo, ayuda a que los
padres tengan facilidades laborales para que estén con sus hijos.
De otro lado, los
finlandeses son sumamente puntuales, planificadores, honestos, amables, educados
y directos. El “deporte” nacional es el sauna, una costumbre que tiene miles de
años. Es como un santuario en la casa. Son cinco millones de habitantes y hay
más de tres millones de saunas. "La sauna es para la mente. Realmente
ayuda a calmarse en una sociedad moderna donde nunca se está tranquilo",
anota un informe de BBC.
*Analista
internacional. Twitter: @sanchezserra
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