Y en la web de la Federación de Periodistas del Perú
http://fpp.org.pe/2016/09/21/la-cancilleria-da-verguenza/
Cancillería
da vergüenza
Ricardo Sánchez Serra
Cuando Pedro Pablo
Kuczynski era presidente electo y anunció que el embajador Ricardo Luna sería
el nuevo canciller y posteriormente que el vicecanciller sería Néstor
Popolizio, y además que instalado el nuevo gobierno, comenzó a nombrarse a
destacados diplomáticos o personalidades a cargos importantes en el exterior,
pensé con alegría que una nueva era en el Ministerio de Relaciones Exteriores
había empezado.
El entusiasmo duró
poco. Leí en el Facebook de la Cancillería que el gobierno había condecorado a
la embajadora de Marruecos, Oumama Aouad, al término de sus funciones
diplomáticas, cuando esta representante extranjera no solo había intervenido en
asuntos internos del Perú, sino que hasta había realizado espionaje al poseer
irregularmente documentos del Ministerio de Relaciones Exteriores y del
Congreso peruanos y enviarlos a su cancillería.
Si bien estos
hechos eran de conocimiento público, lo grave es que la cancillería peruana
sabía directamente de estas irregularidades, que si bien sucedieron durante la
gestión del entonces ministro Rafael Roncagliolo, los afectados eran la propia
cancillería y el Estado peruano.
Además, la
embajadora de marras había sido declarada “persona no grata” al periodismo por
la Federación de Periodistas del Perú, por interferir en la labor periodística
y pretender coactar la libertad de expresión del suscrito y cuya declaración -respaldada
por documentos irrebatibles- también poseía el Ministerio de Relaciones Exteriores
en forma oficial.
Las autoridades
peruanas, por más recién estrenadas que sean, no podían desconocer estos
hechos. ¿O los archivos desaparecieron? Se sabe que el lobby marroquí es muy
activo en todo el mundo, especialmente en Perú y que es de público conocimiento
que sus procedimientos son delictivos puesto que sobornan autoridades,
políticos, diplomáticos, periodistas e intelectuales mediante la “política del
sobre”, viajes, regalos, cocteles, y hasta gobiernos a través de la “diplomacia
del fosfato”.
Es seguro que la
cancillería actuó conforme a los acuerdos de reciprocidad con otros países de
condecorar a los embajadores extranjeros salientes, pero eso ocurre en
situaciones normales, no en este caso cuando la extranjera cometió actos
delictivos, violando incluso la Convención de Viena sobre Relaciones
Diplomáticas.
Además, de qué
valiosa labor de fortalecimiento de los vínculos entre los dos países menciona
la cancillería, cuando las relaciones comerciales son mínimas y no hubo ninguna
inversión marroquí en el Perú -prometida por la embajadora para tener “felices”
a las autoridades peruanas (la política de la mecedora) y eso que estuvo más de
7 años en el Perú-. Además, la memoria es frágil: el rey marroquí desairó al Perú
y al ASPA al no venir a Lima después de haber confirmado y para cubrir el
desaire programó una reunión con España en esa misma fecha.
Demás está
mencionar que la embajada marroquí solo está en Lima para bloquear a los
diplomáticos saharauis y las actividades de peruanos prosaharauis.
¿No hay nadie en la
Cancillería que se dedique a analizar estos hechos? ¿Es producto de la inercia
y del anquilosamiento de este paquidermo, que las nuevas autoridades deben
corregir?
@sanchezserra
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